jueves, 19 de julio de 2012

Amor a la primera mordida.


Amor a la primera mordida.
El la miró con desdén, con esa indiferencia con la cual siempre mira a las mujeres.
Ella lo miró embelesada, había algo en el que no podía entender, pero que le atraía fuertemente, como la playa siempre atrae las olas del mar. Era tan fuerte la atracción que ella sentía, que no podía evitar seguirlo con su mirada para todos lados.
El pensó que ella sería otra más. En sus dos o tres centenares de años en este mundo había conocido a una inmensa cantidad de mujeres. La mayoría de ellas con una belleza impresionante. Así que simplemente se dijo: “Si, ella será otra más”
Ella se sentía completamente atraída por ese ser, tan masculino, tan fuera de lo normal. Eventualmente podía ver en sus ojos un brillo color granate que lo hacía ver aun más atractivo. Cuando él la veía, ella sentía que todo su cuerpo se estremecía de una manera que no había vivido nunca. Ni en sus momentos más íntimos recordaba una sensación tan placentera.
El se decidió a iniciar el acecho. Era una simple rutina, o al menos eso fue lo que creyó.
Ella lo sentía aunque no lo veía. Sentía ese suave calor en su cuerpo cuando él la rondaba.
El se escondía entre las sombras de las noches o los días, solo la miraba. No le daba un minuto de reposo. La seguía como la nube sigue la dirección del viento; como la corriente del río sigue su sinuoso cause.
Ella era la presa,,, el era el certero cazador.
Llego el momento del acercamiento.
Ella dormía, serena, apacible, sin saber que muy pronto le llegaría el cruel momento.
El la vio dormida, bella. Impresionantemente hermosa. Al descubrir la elegancia de su cuello, se imagino el manjar en su boca. Primero besando,,, después mordiendo, después chupando ese liquido viscoso tan anhelado, tan deseado, tan lleno de vida para él.
Se acerco lentamente, midiendo milimétricamente el punto exacto de su encuentro.
Ella no sintió el momento en que él se le acercaba. No sintió el momento en que su piel acariciaba.
Una leve sonrisa en sus labios descubrió brevemente el brillo de unos cortos y afilados colmillos.
Ella sintió el beso. Beso que incendió su cuerpo con alborotadas llamaradas. Y lo vio.
Y al verlo se lleno de gozo porque ella lo deseaba más que a ninguna otra persona en este mundo.
El comprendió.
Ella sintió la mordida levemente y lo escucho decir en un suspiro: “Tú serás”.
El se retiro como si nunca hubiese estado en esa habitación.
Ella despertó. Al verse en el espejo encontró un leve brillo rojizo en sus pupilas.
Ella y el vivieron otra eternidad.
Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
Derechos reservados. Registro ante INDAUTOR de la SEP.

¡Ay México!


¡Ay México!  

¡Ay México, cuanto me duelen tus campos!
De marchitos trigos y de secos pastos.
De bosques mutilados y de selvas invadidas,
de tierras desoladas y lagos ya sin vida. .

¡Ay México, cuanto me duele el hambre de tus niños!
Criaturas inocentes que viven de tortilla y sal,
explotados en los campos, hacinados en jacal.
De sonrisas olvidadas y que juegan a olvidar.

¡Ay México, cuanto me duele la ignorancia de tus jovenes!
que en la escuela aprenden el arte de no hacer nada.
Que viven en sueños y falsa ilusión,
que pierden el tiempo sin una ambición.

¡Ay México, cuanto me duele la sangre de tus hijos!
el olor a muerte se respira en cualquier lado.
La violencia reina y se burla de la ley,
el gobierno calla lo que todos pueden ver.

¡Ay México, cuanto me duelen tus ineptos gobernantes!
politicos enriquecidos ambiciosos de poder,
que regalan mil promesas y nada saben hacer.

¡Ay México, cuanto me duele tu dolor!

Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
Derechos reservados registro ante INDAUTOR de la SEP.

Te encontré.


Te encontré.

Camine entre espinas,
por caminos fracturados,
entre el fango que húmedo cubrió mis pies
y ensucio mi manto.

Camine bajo tormentas,
bajo el inclemente sol,
subí montañas, cruce los ríos… te encontré.

Mi camino se hizo suave
como pétalos de rosa
me siento protegido pues mi amor en ti reposa.

Ya no camino,
a tu lado estoy seguro
en tu regazo me guardo,
te entrego mi destino.

Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
Derechos reservados. Registrado ante Derechos de Autor de la SEP.

SECRETOS


Secretos.
En la deliciosa comisura de tus labios guardas mis secretos,
te los has ido quedando uno a uno, beso a beso.
Cuando hablas los miro temerosos de perderse con tu aliento
y se aferran a tus labios sin ningún remordimiento.
Cada uno con su carga,
cada uno con sus sueños,
hay amor, hay esperanza,
hay tristezas, hay consuelo,
hay historias que se guardan para noches de desvelo.
Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
Registrado ante Derechos de Autor de la Sep.

DULCES BESOS


Dulces besos.

Suave brisa convertida en vendaval,
con fuerza de tormenta has llegado a mi portal,
no tocas a la puerta y ya muy dentro estas,
te anidas en mis brazos con gran felicidad.

Ojos que me miran con cariño y con amor,
labios que sonríen y que encienden mi pasión,
tus besos, tus palabras, son mar de inspiración,
en ti encuentro mis versos, mi prosa y mi canción.

Dulces son tus besos sabor miel de tu colmena,
se acompañan del aroma de la piel humedecida,
los cuerpos se consumen esta noche enardecida,
disfruto de tu amor al saber que ya eres mía.

Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
Derechos de autor reservados.
Registro ante INDAUTOR de la SEP.  

MUÑECA ROTA


Muñeca rota.
Herida en lo más profundo de su alma y de su ser,
su inocencia se desangra,
lo torcido y absurdo de este mundo
la alcanzó con furia y saña.
Vivía en un mundo de mil colores, malvavisco y fantasías,
fue humillada y mancillada por locura y cobardía.
Ella que se guardaba de puntitas en cajita de cristal,
que construía en sus sueños castillitos de bondad.
No valió la fuerza de sus gritos temerosos…
No valió la fuerza con la cual se defendió…
En un negro momento deshojaron sus jardines
impunes los momentos que rompen una flor.
Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
Derechos reservados. Registro ante INDAUTOR de la SEP.

SOY


Soy.

Soy un poquito de aquí y un poco de todos lados,
un poco de polvo, un poco de ceniza,
un trozo de carne que camina sin prisa.

Me llevan los vientos, me traen tempestades,
vivo el momento y lo gozo a caudales.
Disfruto la brisa y el canto del mar,
disfruto del hombre cuando hay hermandad.

Me gustan las aves cuando están en vuelo,
me gusta perderme en lo bello de un sueño.
Admiro la más humilde de las flores,
la belleza del campo y sus verdes colores.

Soy de risa profunda y de llanto ligero,
mi canto es alegre, mi saludo sincero.
Respeto a los hombres de sabía palabra
que escucho y que guardo en el fondo del alma.

Escribo poesía y canto canciones,
en ellas reflejo mis locas pasiones.

Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
Derechos reservados. Regisrto ante INDAUTOR de la SEP.

Caliente, húmeda, salvaje.

Caliente, húmeda, salvaje.

Tan inmensamente bella, tan intensa.
Desde que te vi me cautivaste, me enamoraste;
me invitaste a penetrar a lo más profundo de tu ser.

Develaste para mi lugares escondidos,
mágicos espacios que me gusta recorrer.
Me encanta perderme en tus entrañas,
subir tus colinas, caminar apacible por tus valles.

Beber el agua que reposa entre tus hojas.
Comer tus frutos y saciarme en tus manjares.

Selva caliente, húmeda, salvaje,
¿qué futuro tienes tú con hombres como yo
que osamos mancillarte?

Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
Derechos reservados. Registro ante IDAUTOR de SEP.

A mis nietos (Acróstico).


El reloj marca las diez, tu sigues tan despierto,
tiempo es de ir a soñar y de reposar tu cuerpo.
E s momento del descanso bebe lindo,
D ormiremos con el encanto y prefume de mil flores,
U n besito en la mejilla y con el mis bendiciones,
A currucate en mis brazos, te arrullo suavecito,
R eposa nieto mío e invitame a tus sueños,
D ominaremos nuevos mundos iluminando nuestro cielo,
O quiza seamos estrellas que buscan nuevos senderos.
Y volemos, y soñemos,,,
C ada cual con sus anhelos, con sus risas, con sus juegos,
A pacibles nuestros cuerpos, suspendidos en el tiempo,
R ecordando los momentos tan felices que nos damos,
L a grandeza que hay en Dios que me hizo este regalo,
O h! mi niño hermoso,,,
S ueña dulce, sueña bello.
Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
Derechos reservados. Registro ante INDAUTOR de la SEP.

lunes, 16 de julio de 2012

MADRE

Madre.

Me abrazó la muerte por tu decisión absurda,
por tus temores, por tus angustias,
porque fuiste débil en la lucha,
porque tu amor no alcanzó para protegerme.

En tu momento de locura me abatiste,
me desechaste como papel al viento,
como fruto podrido,,, sin lamentos!

Yo que quise conocerte,
que quise sentir tu abrazo,
de tu pecho alimentarme.

Yo que quise llamarte “madre” y regalarte mi alegría.
Yo no quería morir, tu me mataste madre mía.

Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
Derechos reservados. Registrado ante Derechos de Autor de la SEP.

Poción de la felicidad,,, de la locura,,,o de lo que sea.


Poción de la felicidad,,, de la locura,,,o de lo que sea.
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Gotitas de lluvia de un día soleado,
latidos apresurados de un corazón enamorado,
trocitos desmenuzados de nubes blancas, grises y negras.
Mezclar hasta obtener un sentimiento esponjoso y sin grumos.
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Un rayo de luna que debe ser robado,
un beso del amor ya abandonado,
un grano de arena del fondo del océano,
Hervir sin agua hasta obtener una pasta de hojaldre.
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Diez mil semillitas de fresa limpiecitas,
una pluma de gaviota quitada al vuelo,
un rostro cordial bajo un sombrero,
hornear a fuego lento hasta que huela a quemado.
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Unir los tres ingredientes resultantes en un gran recipiente, o pequeño según las necesidades del artesano.
Revolver por tres días utilzando las manos o los piés, y sin ningún utencilio de palo, plástico o metal, ya que la poción puede perder algunas de sus desconocidos beneficios o cualidades físicas, químicas o matematicas.
Poco a poco se convertira en un liquido viscoso pegajoso y oloroso, pero aún así, deberá seguir revolviendo duro y parejo con los piés.
Al final de los tres días, quedarán solomente unos 70 mililitros de un liquido claro como el cristal y de fuerte sabor como el aguardiente.
Asegurese de guardar en un frasquito 35 mililitros y poner a escarchar.
Antes de que se solidifique, estará listo para tomar, pero antes deberá de rezar lo siguiente:
Si es para el amor y la felicidad:
¡Ay San tripa, concedeme el deseo del amor!
¡Que llegue pronto antes de que me entierren en un cajón!
¡Que sea guapo y con dinero, y que tenga un caserón!
¡Que me trate como reina y diario me haga el amor!
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Si es para la locura, ya sea quitar o poner, simplemente diga antes de tomar:
¡Ay San bomba, que regrese mi cordura (o si el caso lo requiere, la locura)!
Esta poción debe ser tomada en 20 pequeños tragos,,, asi que hágalo con cuidado,.
Los resultados serán observados despues de 365 días.
No me hago responsable si el efecto obtenido es diferente al requerido!
Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
Derechos reservados.